domingo, 11 de septiembre de 2011

EL SER Y EL DEBER SER

Los hechos de la vida cotidiana nos llevan a experimentar que algunas cosas que suceden no deberían ser, a la vez que algunas cosas que no suceden sí deberían ser. Las nociones de ser y deber ser las obtenemos de nuestra propia experiencia.  

Por ejemplo, cuando en el cumplimiento del deber nos encontramos ante algún crimen abominable, estamos ante algo que es, pero al mismo tiempo eso que es nos produce una fuerte inclinación a condenar el hecho, a considerarlo como algo que no debería ser.
Lo que vivimos personalmente, los testimonios judiciales, las enseñanzas de la ciencia, las noticias de los periódicos, describen los hechos, lo que no podemos cambiar pues ya sucedió. Sin embargo, lo que nosotros sí hacemos es tomar postura con respecto a esos hechos en función de lo que queremos que suceda en realidad. Por ejemplo, ante un delito no podemos pensar que no sucedió, pero sí reprobamos el hecho. Por eso podemos distinguir dos planos en nuestro entorno:

El del ser, que se refiere a la realidad tal como es: las características, cualidades o defectos que presentan las cosas, animales, personas, situaciones, acciones, etc.

El del deber ser, que se refiere a lo que idealmente consideramos como la mejor representación posible de la realidad. En el plano del deber ser se encuentran las normas ideales con respecto a las cuales juzgamos la calidad de las obras o de acciones en cualquier campo: el arte, la técnica, la ciencia, etc. De todas ellas las más importantes son las normas morales, pues nos permiten juzgar la bondad o maldad de los actos humanos.

Podemos encontrar estos dos planos en muchas esferas de la vida humana, por ejemplo, si asistimos a un concurso de danzón, el plano del ser está dado por las parejas que bailan en la pista, mientras el plano del deber ser está representado por los jueces que califican la actuación de las parejas conforme a la norma ideal que define los pasos del danzón y, por lo tanto, sirve para calificar como buen bailarín a quien la siga conforme al tiempo, ritmo, tipo de pasos, etc., y descalificar al que no lo haga.

Pasando ahora a un ejemplo en el campo moral, si recorremos las calles de una ciudad, el plano del ser está dado por las personas que nos encontramos, entre las cuales hay niños que piden limosna para sobrevivir. En este caso el plano del deber ser está dado por el derecho que tienen todos los niños a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y esparcimiento para su desarrollo integral, por el sólo hecho de ser personas. Nuestra Constitución Política reconoce este derecho en su Artículo Cuarto.

Si bien es imposible alcanzar la perfección en la vida diaria, los ideales nos sirven para seguir intentando acercarnos una y otra vez a lo que pensamos que “debería ser” porque le dan sentido a nuestros esfuerzos. De aquí se deriva lo que se entiende como sentido del deber.

Ahora bien, si en todas las profesiones es importante tener sentido del deber, en la policial lo es especialmente, debido a que su función es justamente vigilar que se cumplan las leyes, prevenir la comisión de delitos, mantener el orden dentro de la sociedad.

La actividad de un policía es respetable porque su misión busca hacer que nuestra sociedad sea como debe ser, que nuestro mundo sea el mejor de los mundos posibles.




Texto extraído del Curso de Formación Inicial • Policía Estatal Acreditable
Unidad Valores Éticos y Jurídicos 

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